Tuesday, August 26, 2014

CAPITULO III
SOLTANDO LA LENGUA


CARLITO CON SU ALEUITA FANNY

El día de mi cumpleaños, el 30 de junio, Fanny había estado organizando una pequeña reunión con nuestros más íntimos amigos, sin que yo lo supiera, porque quería darme la sorpresa. Para el efecto había estado haciendo arreglos en la casa, que a Carlito le habían parecido inusuales y por tanto le había preguntado a su abuelita a que se debían. Fanny le había contestado que era porque iban a venir en la noche unas personas a saludar a su abuelito. Cuando eran las siete de la noche y Carlito Matteo y yo jugábamos futbol con pelota suave en mi oficina, Carlito me preguntó si esa noche, cuando viniera la gente a nuestra casa, él podría entrar a conversar con las visitas, mi contestación (a la par que me enteraba parcialmente de lo que estaba preparándose), fue que “claro, por supuesto Carlito, esta es tu casa, y en ella, tu puedes hablar con cualquier persona, a cualquier hora y en cualquier lugar”, la respuesta de Carlito en ingles fue; “exactly “ y Matteo, que se encontraba junto a nosotros, con voz firme y convincente agregó en un castellano perfecto; “exactamente Carlito”.

LA FAMILIA ROMERO VERA COMPLETA, DESPUES DE DIEZ AÑOS

Lo hizo en un español clarísimo como si fuera un auténtico y versado guayaquileño, no podía creerlo, era Matteo, mi nieto de cuatro años, cuya primera lengua es el inglés, quien usando el tono y el acento apropiado, había captado la idea tan perfectamente que no cabían dudas de ninguna clase.
Abracé a mis dos nietos con la emoción que uno tiene al descubrir que tus hijos están en el camino de aprender el significado de palabras o expresiones que no son comunes y que ellos por primera vez las usan apropiadamente. Fue uno de los momentos más felices que viví junto a mis nietos. Después de esto, cada vez que tenía oportunidad de usar la palabrita, Matteo la usaba, con la seriedad y el aplomo de un adulto versado en la lengua de Cervantes.
A partir de la segunda semana de su visita, mis nietos empezaron a sentirse más cómodos hablando español, por ejemplo, cada vez que iban conmigo al Country Club, ellos iban en los asientos traseros y yo manejaba. Matteo no dejó nunca de recordarme que debía ajustarme el cinturón de seguridad con una firme exhortación en perfecto castellano diciéndome “cinturón señor!”

CARLITO Y MATTEO CON SU AMIGO MAXI

SIGUE LA COPA DEL MUNDO

El mundial seguía su curso y Carlito estaba más metido que nunca en los detalles del mismo. Se venía el partido Brasil vs Colombia (el 4 de julio) y todos los adultos de la casa le íbamos a Colombia, que hasta entonces había hecho un excelente papel y brillaba con estrella propia su jugador James Rodríguez, quien le había hecho un espectacular gol nada menos que a Uruguay, para ganarle 2-0, y pasar a cuartos de final; partido en el que Carlito (no podía ser de otra manera) le fue a Colombia y se regocijó con el triunfo cafetero, principalmente porque eliminaron al Uruguay del odiado doggie Suarez.
Pero, se vinieron los cuartos de final, y en ellos debían enfrentarse Brasil y Colombia, para que el ganador pasara a las semifinales, allí sí, Carlito (y por tanto Matteo), mantuvo firme su lealtad hacia Brasil, a pesar de que todos los demás le íbamos a Colombia, nuestro país vecino, que además jugaba con una camiseta parecida a la de Ecuador.

CARLITO Y MATTEO, HINCHAS DE BRASIL CON SU BANDERA

Para este partido los niños se vistieron, cómo no?, con el uniforme de Brasil
El partido fue muy disputado, y casi al final, el árbitro anuló un legítimo gol de Colombia, con lo cual Brasil, el anfitrión, pasaba a semifinales, donde, oh impredecible futbol! a Brasil le esperaba una dolorosa crucifixión.

DISFRUTANDO LA COPA HASTA EL FINAL

Carlito gozó del triunfo con la alegría y la euforia de un legítimo brasileño (y cómo no?, acolitado por Matteo), y, claro, siguiendo nuestro protocolo, les abracé y besé felicitándoles por el triunfo de su equipo, felicitaciones que ellos recibieron con gran alegría y orgullo por el triunfo de “su equipo”.

Visitábamos el sábado 5 de julio a nuestros amigos Julio y Rocío en su bella casa de playa cerca de Olón, y ese día se enfrentaban, a las dos de la tarde Costa Rica y Holanda por cuartos de final. Muy por la mañana, los niños y yo nos bañamos en la piscina y después, decidimos caminar por la orilla del mar. Antes de bajar a la playa, Carlito me pidió que buscara una funda plástica porque quería hacer algo que no entendí muy bien durante nuestro paseo. Carlito salió conmigo y, oh sorpresa, lo que quería era recoger los desechos plásticos que estaban botados en la playa, junto al mar, porque “quería ayudar a que el agua del mar no se contamine y por tanto no se mueran las aves y los animalitos que en ella vivían”… Terminamos recogiendo tanta basura que llenamos la funda plástica que habíamos llevado y regresamos a bañarnos en la piscina. Me sentí una vez más orgulloso de mi nieto y de su tempranísima concepción de un mundo limpio y amigable con la naturaleza.
Entretanto, Matteo, fiel a su costumbre de curioso “investigador”, acompañado por Janet, una chica del lugar que nos ayudó a cuidar a los niños los dos días de ese fin de semana, continuó caminando por la playa, observando y examinando las conchitas, disfrutando del vuelo de las aves y sobretodo correteando a los cangrejitos que se le escondían en sus diminutas guaridas. Su curiosidad era tal, que se pasó en la playa en su tarea “científica” por más de una hora después de que Carlito y yo nos habíamos retirado y no dejó de hablar de su experiencia con los animalitos de la playa hasta después de algunos días.
Ah!, pero a las dos de esa tarde había un partido que a Carlito le interesaba mucho, igual que al resto de las visitas (todos adultos) que estábamos en la Casa de Julio y Rocío. Era el partido entre Holanda y Costa Rica por cuartos de final de la copa del mundo. Carlito se instaló en la sala, frente al televisor, y junto a él estaba su hermano Matteo, los dos habían declarado a los cuatro vientos su simpatía por Holanda, mientras que todos los demás (unas catorce personas), se inclinaban por Costa Rica. Yo, a pesar de que mi corazón estaba con Costa Rica, decidí obedecer a mi cerebro y me mantuve neutral y por tanto no alentar a Costa Rica, para no dejar totalmente solos a Carlito y Matteo.
Uno de los adultos asistentes era Quino Gómez, un amigo español andaluz que guardaba en su corazón el deseo de venganza con Holanda por su goleada de 5-1 a España (para todos los demás, menos para Quino, eso era ya sólo un lejano recuerdo), y decidió que con intermitentes contrapuntos mostraría a Carlito su antipatía por Holanda más que su simpatía por Costa Rica


CARLITO Y SU TIO RAFAEL HABLANDO DE FUTBOL

El partido se hizo mucho más complicado que lo que todos esperábamos, y el Goliat europeo no pudo con el David latinoamericano en los noventa minutos de tiempo normal, y tampoco pudo en los treinta minutos de tiempo suplementario, así que se fueron a los penales para definir el ganador. Quino se acercaba con frecuencia a Carlito para insinuarle que se declarara vencido, pero este se mantenía firme aunque sufriendo por que los contendores no se daban tregua. Finalmente, en la tanda de los penales, Holanda se impuso a Costa Rica y Quino salió de la sala con el rabo entre las piernas, mientras Carlito, exuberante me abrazaba y mostraba su impresionante emoción de ganador. Unos minutos después, me preguntó, “alehuito, y ahora que le digo al señor que me molestaba tanto en el partido?” , “anda, ve y dile que Holanda se merecía ganar, que es un buen ganador pero que Costa Rica jugó muy bien”, pero me imagino que Carlito no quería refregarle limón sobre la herida a Quino, y sólo se le acercó y le dio la mano, como diciéndole "Quino, lo siento por ti, pero valió la pena el sufrimiento"

Los partidos de semifinales los decidimos ver en pantalla gigante, en el cine, donde en una sala con asientos muy cómodos, y mientras degustábamos los infaltables nachos y el canguil, vimos a los cuatro mejores equipos del mundo, enfrentarse a muerte con la esperanza de llegar a la cima. Esos equipos fueron; Brasil, el anfitrión, que llegó hasta aquí sin convencer a nadie; Alemania, que excepto por un contundente 4-0 a Portugal, tampoco se veía como el claro e innegable ganador; Argentina que había llegado de la mano de su estrella Messi, pero tampoco lucía como un claro candidato al máximo título, y la impredecible Holanda, que después de crucificar a España (5-1), tuvo que sudar la gota gorda para ganar a Costa Rica en la tanda de penales. En esas condiciones, cualquiera podía ganar y por tanto cada partido nos llenaba de emoción. Después de cada partido en el cine, a los niños los llevábamos a comer yogurt y pan de yuca, una delicia gastronómica típica de Guayaquil, que Matteo y Carlito disfrutaban cada vez más.


MATTEO CON SU MAMA MARIUXI

La mayor sorpresa de las semifinales fue, sin duda, la inmisericorde goleada de Alemania, que mostrando un futbol contundentemente agresivo y coordinado, masacró a Brasil por 7-1, una goleada que no solo electrocutó a Brasil que hasta entonces se consideraba a sí mismo como el más firme candidato a la corona de campeón, sino que provocó un mar de lágrimas en todo el país. Carlito, que le había ido a Brasil en este partido, no pudo evitar unirse a los brasileños en el llanto, que sólo se calmó cuando su aleuita y yo le dimos un fuerte abrazo, diciéndole que lo sentíamos mucho y que había que seguir adelante disfrutando del mundial.
Fue una píldora muy amarga la que tuvieron que tomar Carlito, lealmente acompañado por Matteo que invariablemente estaba con su hermano en sus simpatías futboleras, tanto en el triunfo como en la derrota.

En el partido Argentina-Holanda el día siguiente, nosotros le íbamos a Argentina y Carlito a Holanda, ganó Argentina en los penales, con una actuación maravillosa de su arquero el “chiquito Romero”. El dolor de Carlito ya no fue tan fuerte, ahora ya sabía quiénes eran los finalistas, e inmediatamente se alineó con Alemania.
El nombre de “chiquito Romero” sin embargo, se impregnó en las memorias de Carlito y Matteo, y de allí en adelante, en cada partido que jugábamos en nuestro patio o en la piscina, uno de los dos adoptaba el nombre del arquero Argentino cuando les tocaba ir al arco a parar los disparos del equipo contrario en el que yo era arquero, defensa, mediocampista y delantero, todo en uno.


LA TIA ANGIE, MARIUXI Y MATTEO


En mi próximo capítulo hablaré sobre como mis nietos disfrutaron de los últimos tramos de la copa del mundo pero especialmente de la final, cuando vestidos con el uniforme del equipo alemán y mirando en pantalla gigante vieron al equipo de su preferencia ganar y coronarse campeón. No dejen de leerlo