Saturday, April 14, 2012

MI PRIMERA EXPERIENCIA SEXUAL

Como a las doce de la noche, cuando el trío dejó el escenario con aplausos no muy entusiastas de la audiencia, comenzó realmente el show. Bajo estruendosos aplausos del público, dos hermosas y muy jóvenes chicas de alrededor de 21 años, vestidas con muy escasa y sugestiva ropa, salieron al escenario bailando al son de la música tropical tocada por el conjunto, movían sus cuerpos sugestivamente mostrando sus jóvenes y bien formados cuerpos. Las luces de colores y en movimiento resaltaban el humo de los cigarrillos que casi todos los presentes nerviosamente fumaban y que todos aspirábamos. La poca ropa que las chicas llevaban al comenzar el show iba haciéndose aun más escasa a medida que los minutos avanzaban y la emoción del público subía, era un show de strip tease, al estilo de las mejores películas francesas que por aquellos tiempos se exhibían en el teatro Apolo del cual yo era ya un asiduo espectador.

Me sentía algo nervioso pero estaba emocionado al máximo, hasta entonces solo había visto un espectáculo como este en el cine y pensé para mis adentros “esto sí que es un verdadero espectáculo para adultos”, tenía una cerveza pequeña en mis manos y me la bebí en menos de cinco minutos. Ni bien me había terminado mi cerveza mis amigos habían ordenado otra para ellos y también para mi, esta también me la tomé cual si fuera agua. En pocos minutos empecé a sentir mi cabeza muy ligera, escuchaba la música como si estuviera más lejos de lo que en realidad estaba, y de pronto una chica muy joven se sentó a mi lado y empezó a hablarme.

De aproximadamente un metro cincuenta y cinco de estatura, ella era trigueña, de ojos cafés y de largas y risadas pestañas, en su cabeza, una coqueta colita de caballo sostenía su pelo hacia atrás mientras un simpático mechón le llegaba a la frente, haciéndola mas atractiva. Con zapatos de taco muy alto, Elisa (dijo que se llamaba), vestía una mini falda de color azul pastel con un escote que dejaba buena parte de su hermoso pecho a la vista, así como buena parte de sus bien torneadas piernas, siempre dejando lo mejor para la imaginación. Sus labios estaban pintados con un color rojo encendido que el brillo de las luces que intermitentemente pasaban por su rostro, le agregaba aun más belleza a su hermosa cara. Media hora mas tarde, el show de las chicas del strip tease había terminado y comenzó la orquesta a tocar música para que el público bailara con las jóvenes y atractivas chicas del lugar.

Mientras me hablaba, Elisa se me acercaba cada vez más en el asiento, casi empujándome y me decía cosas sin que yo pudiera oírle por el ruido de la música; solo pude escuchar que me decía algo así como “cariño, quiero que bailemos”, en tanto que yo suavemente me retiraba con una mezcla de temor y de vergüenza. Nunca había tenido a una chica así tan cerca y menos tan insinuante, no sabía cómo reaccionar, sentía una mezcla de vergüenza, de placer y de temor y seguí retirándome en el asiento hasta que no tuve más espacio para hacerlo. En este punto y después de superar mis dudas, decidí que debía “cooperar” con ella. Tomé su mano derecha y nerviosamente le di un beso. Ella retornó mi muestra de “coraje” con un beso en mi cuello, dejando en él una marca roja de sus labios y enviando a todo mi cuerpo algo una descarga de corriente eléctrica de alta tensión, que me estremeció totalmente hasta la confusión total. Ella continuó tomándome de las manos y sobándolas, abrazándome, acariciándome y besándome, mientras trataba de iniciar una conversación que cada vez se me hacia mas difícil por mi timidez y por el ruido de la música.

Yo tenía una enorme confusión que me llevaba a la consecuente indecisión sobre si le seguía la corriente o me echaba para atrás, arruinando una situación que me gustaba, que en realidad me fascinaba, pero que no sabía a dónde me iba a llevar ni como debía manejarla. Ella continuó acariciándome y pidiéndome que le devolviera sus besos, lo que al fin hice, y al hacerlo sentí una satisfacción indescriptible de estar entrando en el mundo de los adultos, en un mundo que me lucía cada vez más fascinante pero que al mismo tiempo me causaba gran temor. Entretanto, mis amigos bailaban alegremente con sus respectivas parejas y de vez en cuando nos miraban y socarronamente sonreían.

Después de alrededor de media hora, mis amigos pararon de bailar y con sus parejas volvieron a nuestra mesa, sudaban y deseaban tomar un descanso mientras me animaban a salir a bailar con mi pareja que había continuado su “cortejo” hasta que logró convencerme. Yo no sabía bailar y debo haber parecido un palo de escoba moviéndome alrededor de ella. Solo bailamos dos canciones y le pedí que regresáramos a la mesa, donde mis amigos reían y se divertían a rabiar con sus amigas de esa noche, mientras bebían su cerveza.

De repente, el “flaco” Flores, el mayor de nuestro grupo y líder de la expedición de esta noche, pidió a mi amiga que saliera a bailar con él, lo cual ella hizo sin dudar. Me senti algo incomodo con eso, especialmente cuando note que “el flaco” le hablaba a Elisa en el oído; tal vez yo estaba celoso (hasta entonces no sabía lo que eran los celos), porque creía que ya había establecido yo un vínculo especial con ella y me sentía casi como con derecho de propiedad sobre esta chica (por lo menos por esa noche).

Me moría de ganas de saber que era lo que el flaco le decía, llegue a pensar que era desleal de parte de mi amigo sacar a bailar a mi amiga y flirtear con ella, cuando el tenia su propia pareja, pero supe guardar mi compostura y sonreí cuando regresaron a la mesa y ella tomó mi mano nuevamente y la volvió a acariciar. Estaba confundido y no sabía si decirle a ella sobre mis celos o simplemente dejar que este evento no dañara la diversión de esta noche. Escogí lo segundo.

Un minuto más tarde Elisa me pidió que saliéramos a bailar un bolero que tocaba la orquesta y esta vez decidí que cooperaria con ella de principio a fin, pero antes, no pude detener las ganas de preguntarle sobre qué conversaba con mi amigo mientras bailaban. “nada importante, cariño” me dijo, “eres tu quien me gusta, y para demostrártelo, quisiera irme a la cama contigo esta noche, para que veas cuanto me gustas”, y siguió; “olvida a tus amigos”, ellos tienen sus propias parejas y nosotros hagamos lo nuestro”. La sangre se me fue a la cabeza, estaba realmente entusiasmado, pero sabía que esto no era gratis, por más que ella era muy bonita, bien vestida y agradable, era una prostituta, y yo no tenía plata, pero además tenía miedo, sería mi primera vez, y no estaba seguro si debía hacerlo y más importante aún, si podría hacerlo.

Me había metido en una situación difícil, quería hacerlo, pero a la vez temía hacerlo, pero más importante aún, no podría hacerlo si no tenía dinero para pagar a la chica, y así se lo dije en un momento en que mi deseo era muy grande pero se golpeo contra la enorme pared de la realidad; “Elisa, cariño, deseo con toda el alma estar contigo esta noche, pero no tengo dinero para pagarte, no puede ser esta noche, tendrá que ser otro dia, te lo prometo”. “No te preocupes cariño”, me dijo, y agregó; “no lo haré por dinero, lo haré porque me gustas”, y concluyó “no te preocupes, todo va a estar bien, te va a gustar, ya lo vas a ver”. La conversación continuó por otros diez minutos hasta que sentí que mi carne era más fuerte que mi cerebro, senti que esta moderna Eva me había finalmente convencido para comerme la manzana, sin importar las consecuencias.

Unos minutos después nos dirigíamos a una habitación en la parte trasera del club, donde una cama matrimonial muy limpia ocupaba buena parte del espacio. Dos lámparas de luz muy tenue a los lados de la cama alumbraban la habitación, lo suficiente para permitirme ver como lenta y sensualmente Elisa se desvestía ante mis ojos mientras yo sentía que toda la sangre de mi cuerpo se me iba a la cabeza y me transportaba a espacios y sensaciones jamás antes sentidas pero esperadas casi con desesperación.

Bailamos tango horizontalmente por cerca de una hora, era mi primera experiencia sexual con una mujer adulta, y fue la gloria, era como tocar el cielo con mis manos, era como si hubiera abierto la puerta del paraíso para poder ver adentro la vida en todo su esplendor. Después de ese momento, mentalmente bajé del cielo y me dije, “ya soy un hombre adulto” un adulto hecho y derecho, un adulto extremadamente feliz…

Lo hicimos dos veces y después de diez minutos yo quería mas, pero Elisa debía seguir las reglas de la casa, había pasado ya una hora y debía ceder la habitación. Me dijo que yo la había dejado exhausta y que ella lo había disfrutado tanto como yo, y al fin, muy a mi pesar, tuve que ducharme y vestirme para regresar al salón principal donde debían estar esperándome mis amigos.

Lo que yo no sabía, y ni siquiera lo había sospechado, es que mis amigotes habían sido testigos de todo a través de un hueco en la pared, desde donde se podía ver todo lo que pasaba en la habitación de madera donde había hecho mi debut. Tampoco me sospechaba que ellos habían pagado a la chica para que “graciosamente” me insinuara primero y luego me insistiera, que vayamos a la cama sin que tuviera que pagarle. Le habían dicho que yo era sexualmente virgen y que a ella le vendría bien “comerse un virgo” mientras a ellos les divertiría presenciar el espectáculo.

Mis “amigos” reían a más no poder mientras regresábamos en el taxi a nuestros domicilios, la satisfacción que sentían de que su “mascota” que era yo, hiciera un buen papel, bien había valido el precio que habían pagado. Al principio no me divirtió saber lo que habían hecho, y se los dije, casi enojado, pero finalmente terminé riendo con ellos y festejando el resultado.

Aprendí entonces que algunas veces uno puede y debe reírse de sí mismo sin lastimar su auto estima. Era una noche de un crudo invierno del año 1959, cuando yo aun no había cumplido los diecisiete años de edad pero ese dia había llegado a ser un adulto en toda la extensión de la palabra.

En mi próximo capítulo: YO NO FUI UN GRAN VENDEDOR