Sunday, March 3, 2013

VISITANDO A MIS NIETOS EN DUBAI




Es el jueves 31 de enero; mientras miro el reloj y veo que son las dos de la tarde, escucho el timbre de la puerta. Es el taxi que con puntualidad inglesa llega para llevarme al Aeropuerto Internacional de Orlando. Debo estar en el aeropuerto a las tres porque a las cinco debo abordar el vuelo de Delta Airlines que me llevará a Nueva York, donde a las diez de la noche debo tomar un vuelo de KLM hasta Ámsterdam, y allí conectarme con otro vuelo de la misma aerolínea, que me llevará finalmente a Dubai, donde estan mis nietos de cinco y tres años. Les voy a ver después de más de un año, y eso es un tiempo demasiado largo a su edad (y sobretodo a la mia). Les voy a ver tan cambiados, casi que a conocerlos de nuevo.

Mientras voy en el taxi, miro el reloj a cada momento, como si estuviera en riesgo de llegar atrasado a mi vuelo, no es así, tengo suficiente tiempo para llegar al aeropuerto y sin embargo tengo prisa, mucha prisa, es que tengo ansiedad por llegar, me he pasado cerca de un mes esperando el momento de viajar, y ahora que empieza el viaje, quiero ir más rápido, quiero que los vuelos se aceleren, que las horas se hagan minutos y los minutos se hagan segundos, es más, quiero llegar sin tener que viajar, quiero estar ya en mi lugar de destino y quiero estar ya frente a mis nietos, abrazándolos y mimándolos. “Debo tener paciencia”, me digo a mi mismo en unas cuantas horas cumpliré mi sueño.


Pese a que todos los vuelos han salido y llegado a tiempo, las siguientes treinta horas se me hacen interminables. Al fin llego a la bella y moderna Dubai, mi hija Mariuxi, mi Reina ( la profesional, la alta ejecutiva internacional, pero además la madre abnegada con sus pequeños hijitos) la que me hizo padre por primera vez, la que me da cada vez más motivos de orgullo me recoge en el aeropuerto, nos abrazamos con emoción, la beso muchas veces y me conduce por las rápidas autopistas que conducen al centro de la ciudad. Después de treinta minutos ya estoy en su casa, en el corazón mismo de Dubai, a tres cuadras del edificio más grande del mundo, el Burj Khalifa, símbolo y orgullo de esta ciudad. Son las dos de la mañana del 2 de febrero de 2013, y yo salí de mi casa en Orlando el 31 de enero a las dos de la tarde…



Mi cuerpo está cansado, mi espalda esta adolorida por el largo viaje, pero mi espíritu está muy alegre, no es para menos, he llegado donde estan mis nietos, ellos estan allí, durmiendo, a unos poquitos metros de donde yo estoy, no podré verlos hasta la mañana siguiente. Por fin se acabó el viaje de casi treinta horas, pienso que el premio de ver nuevamente a mis nietos es inmensamente más grande que el tiempo y la distancia superados para poder llegar. Estoy feliz.
Fanny, mi mujer, que viajó tres semanas antes que yo, ha estado a cargo de los niños, sustituyendo a su nana que está de vacaciones en su país, la India. Vamos a dormir, son las 2 y media de la mañana, estoy cansado pero contento porque después de unas poquitas horas de descanso podré finalmente recibir el premio por el que viajé la distancia de más de diez mil kilómetros al otro lado del mundo, ver a mis nietos…

Es el sábado dos de febrero, los niños no tienen clase. A las siete de la mañana siento que Matteo (3), el menor de mis dos nietos, medio dormido aun, silenciosamente se acerca a la cama a buscar a su abuelita y no se sorprende al verme porque sabía que yo llegaría, sonrío y le hablo tiernamente, abro mis brazos invitándole a subirse a mi cama y él me devuelve el abrazo, lo acuesto a mi lado. Matteo se deja acariciar, se deja besar y pronuncia claramente la palabra mágica, la palabra que me eleva a la altura de la gloria; a b u e l i to. Poco después, Matteo pide a la abuelita que le prenda la TV, quiere ver dibujos animados y yo disfruto con él, tanto o más que el.

Quince minutos más tarde escucho a Carlito Andrés (5) el que me hizo abuelo por primera vez. No viene a nuestra habitación, sino que prende la TV en la sala, me levanto y dejo a Matteo con su abuelita, saludo con Carlito el de las grandes cejas y los bellos ojos negros, él está buscando en la TV los partidos de futbol de la Liga Inglesa. Es fanático del Manchester United, de Rooney y su corte. Está al dia de lo que pasa en esa liga y en la Liga de Campeones de Europa, igual que en las grandes ligas americanas de beisbol, de futbol americano, de basquetbol y de tenis.

Menos expresivo que su hermano, Carlito me deja abrazarle y besarle y sin mucho entusiasmo me devuelve mi abrazo, pero me deja que lo siente en mis piernas y le abrace mientras mira la TV, deja que yo sostenga su manito, entrecruza sus deditos con los míos pero se concentra en el partido de su equipo con el Arsenal, se pone nervioso ante un buen ataque del equipo contrario, y se para emocionado cuando el Manchester ataca en el área de candela a su oponente. Conoce de futbol tanto o más que yo. Termina el partido y gana su equipo 2-1. Esta feliz, ya somos dos!



Carlito sabe y me lo dice, que en una semana más su equipo jugará con el real Madrid por la copa de campeones y sabe que Ronaldo y su equipo son muy buenos. Me pregunta cual será mi equipo en ese juego y le digo que yo le iré al Real Madrid, porque he sido su hincha por más de cincuenta años. “Entonces”, me pregunta mirándome fijamente a los ojos; “no le vas a ir a mi equipo?”; le contesto que no, pero que en cualquier otro partido yo también le iré al Manchester porque allí juega Valencia, el numero 7, que es ecuatoriano y juega en la selección de Ecuador; piensa por un instante y me dice; “OK aleuito (así es como el me llama, es su marca registrada para llamarme), entonces está bien, somos del mismo equipo”.

Poco después se levanta mi hija Mariuxi y junto con Fanny atienden a los niños en el desayuno. Fanny tiene planes para salir conmigo, tiene los tickets para asistir al tercer dia de juegos del torneo Omega Dubai Classic de golf, en la hermosa y manicurada cancha del Emirates Golf Club donde estan jugando grandes estrellas del golf mundial.

Vamos a tener un dia muy especial; Carl, el papá de mis nietos llevará a Matteo a su partido de basquetbol y se encargará de él casi todo el día, mientras que Mariuxi, llevará a Carlito a su clase de beisbol con sus entrenadores americanos. Nos encontraremos a las tres de la tarde en el mall de Dubai para almorzar y pasar el resto de la tarde juntos.



Una intermitente llovizna nos impide a Fanny y a mi disfrutar a plenitud el dia de campo en el golf, pero, fanáticos como somos de este deporte, con paraguas en mano caminamos por la cancha , observando el juego de Lee Westwood, Steven Gallacher, Sergio García (“el niño”), Jose María Olazabal, y más jugadores de ese mismo calibre. Fuimos testigos de grandes jugadas. La más espectacular, y la que arrancó los mayores aplausos del público presente en el hoyo dieciocho, fue la del líder del dia (y ganador del torneo) Steven Gallacher, quien con su segundo tiro llegó al bunker, a unos veinticinco metros de distancia de la bandera, mientras que su rival estaba en el green, a siete metros de la bandera. Vimos como Gallacher tomó su sand wedge e hizo un tiro perfecto que metió la bola al hoyo para un birdie espectacular, mientras que su rival hizo dos putts y termino con par del hoyo. Gallacher finalmente ganó el torneo con 23 tiros bajo el par de la cancha. Ese es el golf de categoría mundial que nos fascina. Lindo dia de golf, sin importar la llovizna!

De regreso a casa tomamos el moderno “Metro” de Dubai, una joya tecnológica, un transporte digno del siglo 21. Cómodo, panorámico, silencioso, rápido, limpio, económico, es una de las muchas joyas de la corona de Dubai, esta metrópoli es un enjambre de actividad turística y comercial, recibe 6 millones de turistas al año y espera recibir diez millones en el 2015. Los rascacielos crecen en esta ciudad cual hongos en el campo. Del aeropuerto de Dubai salen alrededor de 6000 vuelos semanales (320 mil al año) operados por 130 aerolíneas con 220 destinos en todos los continentes, mueve 58 millones de pasajeros anualmente y es uno de los aeropuertos más grandes y modernos de Asia y del mundo.
Llegamos en el Metro directamente al Dubai Mall y allí nos encontramos con el resto de la familia. Almorzamos juntos y salimos a caminar por el mall, Matteo (el acelerado Matteo) quiere salir corriendo, pero su papá le toma de la mano y se lo lleva a tomar un helado. Fanny, Mariuxi y Carlito Andrés vamos a una óptica donde Mariuxi debe hacer unos ajustes a sus lentes. Carlito, con quien ya hemos “sintonizado” completamente, va tomado de mi mano nuevamente con sus deditos cruzándose con los míos y nos sentamos a esperar que atiendan a su mamá.



Mientras esperamos sentados en dos banquitos altos frente al mostrador de la óptica, retomamos nuestra conversación deportiva de la mañana, pero también me cuenta como le fue en su clase de beisbol. Aun viste el uniforme de los New York Yankees, que es el de su equipo. Le digo que desde mucho tiempo atrás también soy hincha de los Yankees, sonríe, me aprieta la mano, abre bien sus ojitos grandes y negros y me dice; “no puedo creerlo, somos del mismo equipo!”, enviándome con ello un hermoso mensaje de cariño.

Carlito y yo esperamos que atiendan a su mamá, sentados hablamos de futbol, de tenis, de beisbol, de basquetbol. Igual que yo, en futbol es un fanático de Brasil, pero también de Messi. Tiene en su ropero y le encanta ponerse las camisetas de Messi con el Barca y con Argentina. En tenis su ídolo es el británico Murray, le gusta Federer pero no le gusta Nadal (“porque pierde muy seguido”). En fin, Carlito es una mini enciclopedia del deporte y su abuelo lo escucha casi con la boca abierta y extasiado. Cuando me dice que voy a ser su “mejor amigo” casi me derrito y estuve a punto de llorar de la emoción.

Regresamos a la casa a las seis de la tarde y pese a que estoy cansado por el largo viaje de los dos días anteriores, acepto de mil amores la invitación de Carlito para jugar futbol en “su cancha” en la terraza de su casa donde están los arcos con malla, esperando a los jugadores. Sera un partido uno contra uno, Carlito, que patea muy bien la pelota, se mueve muy bien en la cancha, dribla con mucha gracias y yo, que estoy a la defensiva, bloqueo sus entradas hasta donde puedo, pero elude mi marca y hace un gol. “Gooolazoooo” grita emocionado y alza los brazos dando vueltas sobre el mismo terreno. “Gooolazoooo”, le digo y le doy la mano para felicitarle. Después de treinta y cinco minutos de juego el score final es ocho goles para Carlito y seis para su abuelito. Partidazo!, tal como mi equipo favorito, Emelec, quedé vice campeón en este primer torneo!

Matteo estuvo casi todo el tiempo con su papá, pero esporádicamente entraba a la cancha y pateaba unas veces como compañero de Carlito y otras como mío, ah, pero de vez en cuando reclama a un imaginario árbitro cuando cree que su hermano no está respetando las reglas del juego. “Dice el árbitro que no fue falta”, grita gesticulando sus manos como un italiano, pero cuando su hermano hace un gol, alza sus manos y grita Goolazoooo! y los dos hermanos abrazados se revuelcan por el suelo. Es un espectáculo que me deja al borde de la locura.



Son casi las siete de la noche. Ha sido un dia maravilloso, empiezo a conocer a mis nietos, disfruto de cada palabra que dicen, de cada gesto que hacen; “esto es vida”, digo para mis adentros. El dia siguiente, domingo, Carlito tiene clases, así que la abuela y la mamá, pese a los argumentos y la resistencia sobre todo de Matteo, se los llevan para bañarles y vestirles para dormir. A las siete de la noche deben estar listos para ir a la cama y a las seis y cincuenta y cinco de la mañana hay que estar esperando el transporte escolar de Carlito en la esquina de la casa. Carlito pone una ligera resistencia; Matteo es el que mas reclama, pero, reglas son reglas y horarios son horarios que hay que cumplir, aquí la que manda es la mamá y los soldaditos deben obedecer. Mariuxi debe al dia siguiente salir de viaje a Marruecos, uno de los países bajo su jurisdicción en su trabajo.

En mi próximo capítulo: LOS ABUELOS A CARGO DE LOS NIETOS