Monday, March 18, 2013

QUIERO QUE ME DEVUELVAN MI DIENTE…




Lunes 4 de febrero de 2013

Son las seis de la mañana. Hay que despertar a los niños para que se preparen para ir a la escuela, voy a verlos en su dormitorio y Matteo ya está despierto. Se levanta al verme y me arrodillo para abrazarle, me abraza fuerte, pegando su carita a la mía, con esa bella ternura que sólo los niños pueden dar sin pedir nada a cambio. Le levanto en mis brazos mientras le beso y me dice que quiere ir al baño, le aviso a su abuelita Fanny y ella se encarga del tema, ya que el niño esta aun pasando por la etapa de entrenamiento en el WC.
Entretanto, Carlito ha despertado también y se levanta y medio dormido se dirige a la sala, enciende la TV y empieza a navegar con el control remoto hasta que encuentra el programa que le interesa, es el que contiene noticias del futbol europeo y hay muchas noticias de ese tipo. Sabe que dentro de ocho días su equipo, el Manchester United se enfrentara en Madrid al Real Madrid y mira y escucha la noticia con la mayor atención. “Aleuito”, me dice, “ya falta poco para el partido más importante, y quiero que gane mi equipo”, yo le sigo la corriente y le digo que va a ser un partido muy difícil para los dos contendores y cuando me pide que le diga quién creo que va a ganar, le digo que no me atrevería a vaticinarlo. Mientras mira la TV y se actualiza con las noticias sobre otros deportes, yo le cambio de ropa, le pongo su uniforme escolar y le preparo para que se siente a desayunar. Su desayuno de cereal con leche se lo ha dejado su abuelita servido mientras atiende a Matteo.
De pronto escucho a Matteo que desde el servicio grita “Abuelitaaaa, I need a biiiiiiig premio, I have just made a big giant one... (Necesito un graaaaaan premio porque he hecho una bien grande!). Cuando llega donde estaba Matteo, la abuela se suelta a reír y le dice también en voz muy alta para nosotros la oigamos, “sí, claro Matteo, realmente es muy grande!, te mereces un gran premio y lo vas a tener”, y se dirige a nuestro closet donde tiene escondidos los M&M que les hemos llevado desde los Estados Unidos, toma una fundita de ellos, que contiene unos diez caramelitos de chocolate y se los entrega, diciéndole “toma, bien merecido es tu premio, Matteo”.
Un par de minutos más tarde suena el teléfono y Fanny contesta, es Mariuxi, llamando desde Marruecos para averiguar de sus hijitos. Ni bien ha empezado a hablar Fanny, Matteo que exuda felicidad y orgullo por “su gigantesca obra”, se acerca y le dice a su abuela “dile a mi mami que hoy he hecho una caca gigantesca y que por eso me he ganado un gran premio”, se da la vuelta y como quien no ha dicho nada, se sube a su asiento de la mesa y se prepara para que su abuelita le ayude a comer el desayuno. De allí en adelante se pasó el dia repitiendo su “slogan”, orgulloso por la gran hazaña que había hecho en la mañana.



Puntualmente llevé a los dos niños a tomar su bus del colegio y regresé después de despedir a Matteo, a desayunar y luego a tomar una siestita que me ayude en el proceso de recuperarme del cambio horario, así lo hice durante las siguientes tres semanas de mi estadía en Dubai.
A las 13:40 volví con el chofer a recoger a los niños en el colegio y repetimos la rutina del dia anterior. Una vez en la casa Carlito volvió a prender la TV, y mientras buscaba sus canales favoritos empezó quejarse de un dolor en la boca, le pedí que la abriera e inmediatamente me di cuenta que le salía un poquito de sangre y tenia uno de sus dientes inferiores muy flojo. Al mirar más cuidadosamente noté que junto al diente flojo le faltaba uno de sus dientes y por eso sangraba. Llamé a Fanny y le dije lo que estaba pasando y entonces Carlito se dio cuenta que le faltaba su diente. Empezó a llorar. “I want my tooth back” repetía sin parar de llorar mientras con suaves servilletas de papel tratábamos de secarle la sangre que le seguía fluyendo de su boquita. Nunca encontramos el diente, seguramente se lo había tragado y no lo sintió. Al dia siguiente, en la escuela pregunté a la profesora si se había dado cuenta de que a Carlito le faltaba un diente en algún momento de su clase y me dijo que no.
Recordando los viejos tiempos en que, siguiendo la tradición que viene de nuestros padres y quizá de nuestros propios abuelos, tratamos de consolar a Carlito hablándole de que un ratoncito se habría llevado su diente mientras dormía y que en la noche seguramente le iba a dejar un regalo para compensarle por su diente perdido. De poco consuelo sirvió nuestra historia, porque Carlito seguía reclamando que le devolvieran su diente. Un poco más tarde llamó Mariuxi y le contamos lo que había pasado con su hijito, y ella nos dio la idea de que le habláramos de la “tooth fairy” (el hada de los dientes), que es una tradición anglosajona y que más o menos va en el mismo sentido que la nuestra del ratoncito. Mariuxi me pidió que le dijera a Carlito que su tooth fairy le dejaría suficiente dinero esa noche, debajo de su almohada, para que él comprara lo que más deseara, y así lo hice; a la mañana siguiente Carlito encontró el dinero y pidió que con eso le compráramos unos zapatos de futbol de color amarillo, como los de Leo Messi, su ídolo en el futbol.



Mientras Carlito dormía, en efecto su “tooth fairy” le dejó dinero debajo de su almohada y en la mañana, muy sonriente lo encontró. Su deseo se cumplió ese mismo dia cuando fuimos con él al mall de Dubai y le compramos unos zapatos Addidas como los que me había pedido. Carlito no volvió a reclamar más que le devuelvan su diente, y un par de días después se le cayó el diente que estaba flojo. Esta vez le dijimos que su hada de los dientes le había dejado dinero para que se tomara unos helados con su hermano y sus abuelitos en Haagen Dazs, su heladería favorita.
Esa tarde, después de superada la tormenta del diente, igual que todas las demás tardes durante las tres semanas siguientes mientras estuve en Dubai, Carlito me invitó a jugar con él en su terraza, nuevamente jugamos futbol, básquetbol y tenis, otra vez lo hicimos con y sin Matteo que intermitentemente ingresaba a la cancha a jugar a favor o en contra de uno de nosotros, siempre discutiendo las decisiones del árbitro y siempre haciéndonos reír con sus chistes improvisados.
Durante mi estadía en Dubai pude participar de muchas de las actividades de mis nietos: asistí a una de las clases de futbol de Carlito. En un campo de césped fresco y bien cuidado, con delineaciones perfectas de una cancha de futbol para niños, un profesor inglés, con dos asistentes, dictaban una clase eminentemente práctica de futbol a unos veintidós niños que divididos en dos equipos recibían las enseñanzas de tácticas de ataque y de defensa, la forma de patear la pelota, la forma de detenerla, los pases hacia atrás y hacia adelante, etc. Una clase completa. Todo se hacía en una forma amena que mantenía alegres y ocupados a todos los niños. Al final de la clase, un buen helado le esperaba a Carlito, quien sudaba y estaba cansado pero feliz...


Un dia que fuimos a recoger a Carlito en su escuela, Ifty Khar le entregó un paquetito largo envuelto en una manta blanca de algodón y pidió al niño que lo abriera, advirtiéndole que sería una sorpresa. Los grandes ojos negros de Carlito se llenaron de emoción al abrir el paquete y encontrar un bate de cricket. Ifty le dijo que un amigo suyo se lo había traído el dia anterior desde Pakistán, y que era un regalo de su hijo para su amigo Carlito. Mi nieto no paró de hablar con Ifty sobre cricket en el viaje hacia el colegio de Matteo y le prometió que jugaría con su abuelito comenzando ese mismo dia. Así lo hizo, y desde entonces, y por los siguientes diez días, agregamos este deporte a nuestra olimpiada diaria en el patio de la casa. Obviamente, tampoco en este deporte pude ganarle un partido.
Este pequeño gran gesto de Ifty hacia mi nieto me hizo cambiar radicalmente mi opinión sobre la gente de Pakistán. En lugar de ser los aliados de Al Qaeda que yo siempre pensé que eran la mayoría de ellos, encontré a este sencillo hombre que con su generoso gesto hacia mi nieto, me dio una lección de que todos los seres humanos somos esencialmente tiernos y buenos y que solo podemos dañarnos en el camino de nuestras vidas, si nuestros líderes nos conducen a ello.
Todos y cada uno de los días que estuve con mis nietos fueron llenos de felicidad, pero hubo uno que fue excepcionalmente divertido, fue el dia que celebramos el cumpleaños de Matteo. Su mamá había dejado para el sábado 16 de febrero esta celebración, para que su abuelito estuviera presente en el evento, ya que el real dia del cumpleaños fue el 17 de enero, fecha en la que yo no estaba en Dubai. Mariuxi había contratado un lugar especialmente dedicado a este tipo de fiestas infantiles, un lugar en el habían espacios dedicados a incentivar la creatividad, el ingenio y la alegría de los niños. Había laberintos, espacios y materiales para construir, maquinas para elevar pesos por medio de varios mecanismos que los niños debían descubrir mientras jugaban, aguas saltarinas, bailes, payasitos, comida, globitos, concursos, etc., etc.
Matteo se interesó especialmente en los espacios y materiales para construir puertas y ventanas, así como en la máquina para elevar pesos usando palancas que debían descubrirse, una tras otra, a medida que se iban levantando las bolas con los pesos. Terminó por manejar la máquina y todas las palancas a su antojo, y solo se desprendió de allí cuando le llamamos para que participe en el baile que ya había comenzado y el “santo” no aparecía por ningún lado.



Hablando de baile, creo que mi nieto va a llegar a ser un maestro de este arte. Cuando apareció entre los niñitos que ya bailaban, Matteo comenzó a hacerlo con tal ritmo, con tal gracia y con tales movimientos, que yo me quedé absorto, pasmado e incrédulo. “Es este mi nieto de tres años?” dije para mis adentros y no podía creerlo, a la vez que me proyectaba en el tiempo y me lo imaginaba bailando con chicas de su edad, a los dieciocho años, rompiendo corazones con su pinta y su increíble capacidad de divertir y pasar bien. Por algo todos dicen que se parece muchísimo a su abuelito materno…
En medio de la diaria gran emoción de estar con mis nietos, pasaron los días a una velocidad increíble, me puse a pensar en la contradicción de que mientras yo quería un dia más para disfrutarlos, ese dia era un dia menos para estar con ellos, así que decidí disfrutar cada dia como si fuese el último de mi visita a estos hombrecitos que llevan mi sangre en sus venas y que con ella me atraían cual si fuese un enorme imán, así, no me perdí ni un instante de este deleite espiritual, de esa enorme satisfacción de saber que estoy gozando de su compañía y de que finalmente me llevaré conmigo, a mi casa, en mi cabeza y en mi alma, el precioso recuerdo de estos días.



Eso calmó la ansiedad que sentía por el rápido correr del tiempo, así que el 20 de febrero, un dia antes de mi viaje de regreso, cuando Carlito notó que habíamos empezado a empacar y me preguntó con carita triste; “cuando te vas a ir aleuito?”, le contesté bastante calmado “me voy mañana Carlito, pero no me voy a ir triste, porque sé que pronto, en el mes de julio, tu vas a venir al Ecuador, y allí vas a estar conmigo muchos días, allí vamos a volver a jugar futbol, jugaremos basquetbol, tenis y GOLF!.
Mi nieto no pudo evitar que sus ojitos brillaran por la pena(tal como los ojitos de su mami brillan a punto de llorar cada vez que nos despedimos) y, agachando su cabeza sobaba sus ojitos con su mano derecha, mientras yo me daba la vuelta para no dejarle notar que con un nudo en la garganta, también yo estaba a punto de llorar.

Al dia siguiente, a las siete y quince de la noche me despedí silenciosamente, de mis adorados nietos, con besitos en su frente, mientras ellos dormían, y a las diez de la noche, Mariuxi y Carl, su esposo, nos llevaron al aeropuerto para empezar nuestros vuelos de regreso; tres vuelos intercontinentales, uno de Dubai, en Asia, a Amterdam en Europa, otro de allí a Nueva York en América y finalmente de allí a Orlando, a nuestra casa de invierno.
Bendito sea Dios por habernos enviado a nuestros nietos.