Wednesday, June 6, 2012

OTRA VEZ SIN TRABAJO

Los ordenadores electrónicos, o computadoras como se los conoce ahora, no existían en esos días, pero la idea de tener un sistema de verificación cruzada de la información, confiable y comprobable, es algo que yo escuche a la gente del IRS con quienes había hablado antes y durante mi curso de entrenamiento como asesor tributario, y me gusto mucho inmediatamente. Por mi propia iniciativa y sin ninguna ayuda, comencé a trabajar en un proyecto para aplicar el concepto de información cruzada para controlar el ingreso de los contribuyentes. Para fines de 1966, yo ya había iniciado este proyecto y estaba empezando su aplicación en escala limitada, para controlar el ingreso de personas que tenían más de una fuente de ingresos y que jamás habían sumado sus rentas para declarar sus impuestos. Esta era una clásica forma de defraudación al fisco, sobre la cual, los contribuyentes no sentían ningún remordimiento, pues lo consideraban la cosa más normal. “Tonto es el que, declara todos sus ingresos y paga sus impuestos correctamente” era el sentir del 99% de los evasores tributarios. Mi sistema, rudimentario como pudo haber sido, fue en verdad, el origen del actual sofisticado sistema de recaudación tributaria, que ha estado en vigencia en el SRI desde los últimos años de la década de los 90.
Todo parecía estar marchando en mi vida como lo había deseado. Tenía un muy buen trabajo, estaba desempeñándome en forma excelente en la universidad y estaba saliendo con una linda chica, mas, de repente las cosas empezaron a ponerse amargas.
A fines del año 1966, un nuevo gobierno asumió el poder en el país y, como reinaugurando las viejas y tradicionales prácticas políticas de los nuevos gobiernos, éste quiso premiar a sus partidarios dándoles puestos públicos, y comenzó desbaratando los avances que en materia tributaria había hecho el gobierno saliente del presidente Yerovi Indaburu. El nuevo presidente, Otto Arosemena Gómez, quien fuera electo por el congreso con una mayoría de un voto, dio el primer disparo y comenzó la temporada de caza de puestos públicos. El Ministerio de Finanzas era un objetivo mayúsculo para los cazadores de fortunas rápidas, y el departamento en el que yo trabajaba, que había sido técnicamente organizado con ayuda del departamento de impuestos de los Estados Unidos, resulto ser el campo más propicio para los cazadores, y yo, el funcionario que se ganó su puesto después de competir y ganar a mas de novecientos aspirantes, resulté ser el primer trofeo de esta inmisericorde cazería. Yo fui removido de mi cargo y reemplazado por un individuo cuya hoja de vida incluía el haber sido objeto de varias órdenes de captura por emitir cheques sin fondos. Pero este no era un caso aislado, la gran mayoría de los funcionarios reemplazantes era de esta misma calaña. Después de esto, la Direccion Nacional de Rentas del Ministerio de Finanzas y el departamento de Fiscalizaciones volvió a ser la cueva de Ali Baba, donde casi todos sus funcionarios eran los principales aliados de los defraudadores al fisco, de los tramposos tributarios. Esto fue un cambio de 180 grados en la direccion que el gobierno anterior había querido dar al sistema tributario del país. No fue sino más de treinta años y muchos gobiernos después, que el gobierno del Ecuador, en el año 1998, creó el SRI (Servicio de Rentas Internas), muy a la imagen y semejanza del IRS (Internal Revenue Service) de los Estados Unidos, logrando tecnificar este departamento con sistemas de control cruzado, con censos adecuados de contribuyentes y con capacitación técnica de sus funcionarios, y eliminando el nido de ratas que era la Direccion General de Rentas.
Al finalizar el año 1966, tuve una de las Navidades más tristes de mi vida, porque para colmo de males, Anita, mi linda enamorada había sido enviada por su padre a los Estados Unidos, para separarla de mí, y yo acababa de perder mi trabajo. Estaba de nuevo en las calles, buscando trabajo en un país en el que buscar un trabajo era casi tan difícil como buscar una aguja en un pajar, un país en el que la demanda por puestos de trabajo excedía a la oferta por más de cinco a uno y la brecha seguía creciendo. En ese entonces todavía no existían las estadísticas de gente sin trabajo, y peor las estadísticas maquilladas que existen ahora, cuando según ellas el país goza de una tasa de desempleo que es la más baja del hemisferio occidental. Pronto parecería que a la gente la van a ir a buscar en su casa para darte trabajo, o al menos eso es lo que dicen las actuales estadísticas oficiales!
Qué haría yo ahora?, Me encontraba enormemente triste y frustrado porque me habían despedido de mi trabajo que me lo había ganado con esfuerzo y por mi esfuerzo, pero estaba lejos de tirar la toalla, yo no me iba a dejar vencer por el sistema, seguiría peleando no solamente por sobrevivir, sino por triunfar. Decidí que la pelea estaba recién comenzando, que iba a ser una pelea larga y no siempre limpia, decidí que pelearía con decisión, con fuerza espiritual, con venganza para al final triunfar y vivir orgulloso de mí mismo.
Aprobé con calificaciones excelentes (9.85) el año escolar 1966-67. No tan bien como el año anterior, pero aun muy por arriba del resto de mi clase. Entre la Navidad de 1967 y el fin del año lectivo, estuve muy ocupado buscando trabajo (mi Plan A) sin encontrarlo por ninguna parte y buscando alternativas (Plan B). Como no había un trabajo para mí por ningún lado, a principios del año 1967 comencé a pensar en irme a los Estados Unidos en busca de trabajo, siguiendo las huellas de miles de ecuatorianos que habían salido del país en esa direccion y habían logrado resolver su problema de desocupación. Francamente no me asustaba esta alternativa, principalmente porque ella me permitiría volver a encontrarme con Anita, mi enamorada a quien extrañaba tanto, y a la vez me permitiría encontrar un trabajo, pero también, porque con suerte yo podría aprender el idioma inglés, lo que me abriría la puerta para poder seguir estudiando en los Estados Unidos.
Discutí este plan con mi sobrina María (Marujita), la hija de mi hermana Letty. Ella tenía una muy buena amiga viviendo en New York, quien estaba casada con un amigo mío y ex compañero de colegio, Alberto Terreros. La idea que discutimos con mi sobrina era que ella le escribiría a su amiga para que yo pudiera llegar en su casa mientras encontraba un trabajo y un lugar permanente para vivir. La respuesta de nuestros amigos de New York fue muy positiva. Ya tenía la mitad del problema resuelto. Este plan era un secreto entre Marujita y yo. A mi madre y el resto de mi familia le diríamos que yo iba a viajar a Chile en goce de una beca y que estaría ausente por dos o tres años, así, no habría objeciones para mi viaje. Más adelante, cuando las cosas se estabilicen, le diríamos la verdad a mi mamá y al resto de la familia.
En Enero 27 de 1967 abordé un avión de Ecuatoriana de Aviación con direccion a New York donde llegue en medio de la noche. Al llegar, mi cabeza estaba llena de sentimientos encontrados; por un lado, empezaba una vida nueva, llena de cosas desconocidas, incluyendo el idioma, por otro lado estaban las esperanzas, las ilusiones, y por qué no decirlo, la alegría de volver a estar cerca de Anita, la chica en quien continuaba soñando. Tomé un taxi, y al salir del aeropuerto me deslumbraban las luces, los rascacielos, las vías rápidas, los túneles, los letreros luminosos y los puentes de la Gran Manzana. Me sentía como haber llegado a otro planeta, pero al mismo tiempo sentía que el frio polar de cuatro grados bajo cero de esa noche, me entraba hasta los huesos y me adormecía las manos y los pies. El taxi que me conduciría del aeropuerto John F. Kennedy hasta la casa de los amigos a donde iba a hospedarme, en el número 355 de la calle 47 en el lado oeste en Manhattan, zona postal 10036. Comencé a sentir una enorme frustración por mi falta de poder de comunicación, al punto que no podía darle la direccion al taxista que me conducía a mi destino. Le entregue un papel con la misma y así llegamos a mi destino a eso de la medianoche de ese muy recordado dia.
En el camino desde el aeropuerto hasta donde vivían de mis amigos, un trayecto que nos tomaría cerca de cuarenta y cinco minutos, mi cabeza iba llena de preocupaciones, una de las cuales era la duda de si lo que estaba haciendo era lo más apropiado para mi futuro, o si por el contrario, al irme tan lejos de la patria y de la familia, a un país tan diferente, me estaba alejando también de mis metas de largo plazo. Pensé entonces que como ya había tomado la decisión y había escogido un camino que ya había empezado a caminarlo, no era sensato llenarme de más dudas. Decidí que trataría de sacar el máximo provecho posible a este viaje, a esta experiencia y que trabajaría duro para enfrentar las dificultades que aparecieran. Mi lucha recién comenzaba.
Cuando finalmente llegue al departamento de Angelita y Alberto Terreros, situado en una área mayormente poblada por inmigrantes de Puerto Rico (que hoy ha sido completamente renovada), los dos amigos me dieron la bienvenida con genuina buena voluntad y con cariño, este era ciertamente un buen comienzo para una aventura que me guardaba muchas cosas sorprendentes y desconocidas.
Alberto Terreros, quien ya había estado viviendo en NYC por unos diez años, me dijo al llegar a su casa que yo no tendría ningún problema en encontrar un trabajo en Nueva York, me dijo también, que una condición previa para buscar trabajo era tener una tarjeta del Seguro Social, así que, me dijo, “Rafael, tenemos que poner manos a la obra y mañana mismo iremos a sacar tu tarjeta del Seguro Social”, y agregó, “debemos levantarnos muy temprano para no tener que hacer una larga fila” y así lo hicimos y a las siete de la mañana del dia siguiente ya estábamos en camino.
La oficina del Seguro Social estaba ubicada en la calle 125 de Harlem, un distrito habitado principalmente por población negra, y para llegar allí había que tomar el Subway.. Para eso de las diez y media de la mañana del dia siguiente, en efecto, yo ya tenía mi tarjeta del Seguro Social en la mano y, por tanto ya estaba habilitado para buscar un trabajo y comenzar a trabajar inmediatamente.
En la misma mañana fuimos a una zona llamada “El Barrio”, poblada principalmente por gente de Puerto Rico, donde había una especie de feria libre, en medio de la calle, donde compramos un par de zapatos para caminar en la nieve, guantes de cuero y un par de chompas para protegerme del intenso frío. El mismo dia, a eso de las dos de la tarde Alberto y yo estábamos ya agarrando al toro por los cuernos, y nos presentamos a una oficina del Departamento del Trabajo del Gobierno de los Estados Unidos, donde en menos de una hora ya me dieron la direccion de un restaurant donde necesitaban gente sin experiencia, y sin el requisito de hablar inglés, para operar una maquina lavadora de platos. El Restaurant era parte de la cadena IHOP (International House of Pancakes) y estaba ubicado en la calle Roosevelt en el distrito de Queens, donde comencé a trabajar la mañana siguiente a las 7 AM del dia 29 de enero de 1967. Durante todo este dia, Alberto fue no solamente mi guía, mi chaperón, sino también mi traductor, porque mi Ingles era nulo de nulidad absoluta. Ese mismo dia le dije a Alberto que mi siguiente prioridad, una vez que empezara a trabajar, era empezar a estudiar ingles.
Alberto se sorprendió mucho de que yo tuviera como prioridad el aprender el idioma, después de todo, el había ya vivido muchos años en Nueva York, y nunca había ido a una escuela a aprender el idioma. El ingles que el sabia y que era razonablemente bueno, lo había aprendido en el dia a dia en sus trabajos, que habían sido muchos. En la época en que yo llegue a su casa, el trabajaba como ayudante de camarero en un restaurant del sector de Broadway, a solo dos cuadras de su departamento.
En mi próximo capitulo: CONOCIENDO EL MUNDO A TRAVES DE NUEVA YORK