Este blog es el vehiculo para contar mis recuerdos a mis hijos, a mis nietos, a mis familiares y mis amigos, para que ellos puedan unirse a mi mientras repito el viaje que por setenta años hice en la "montaña rusa" pasando por los valles profundos de la mas grande probreza, hasta las alturas de la realización personal, pasando por por las suaves praderas de la felicidad de tener una familia maravillosa, unos nietos adorables y amigos entrañables. Bienvenidos a este viaje
Wednesday, August 20, 2014
CAPITULO II
LA COPA DEL MUNDO
Pero lo más grande y mejor estaba por venir. Carlito es, desde hace por lo menos tres años, un fanático de los deportes, pero en especial del futbol, su equipo favorito es el Manchester United, uno de los más destacados equipos de la Liga Inglesa cuyos partidos los sigue invariablemente por la TV internacional.
Carlito llegó al Ecuador nada menos que el primer día de la mayor fiesta del futbol del mundo que sólo se da cada cuatro años. Nada que ellos hayan visto u oído en materia de deportes se iguala a lo que pudieron ver y palpar durante los 31 días que duró el Campeonato Mundial de Futbol. Carlito traía desde la tierra de sus abuelos paternos, Líbano, las calcomanías de los jugadores de todos los países participantes en el torneo. Aquí muy pronto entendió la planificación y los horarios de los partidos, y siguió a través de la TV, con la atención, devoción y comprensión de un hincha adulto, todos los partidos del mundial.
FESTEJANDO UN GOL
Matteo seguía con atención los partidos que le cautivan a su hermano y le hace barra al mismo equipo que Carlito, pero el nivel de su atención disminuye lentamente a medida que transcurren los noventa minutos de la competencia. Si no hubiera sido por su lealtad a Carlito, a él más le hubiera gustado disfrutar de los programas del canal de Disney. Su lealtad al equipo que escogió, sin embargo, se mantenía inalterable.
En cada partido Carlito, y por tanto su hermano Matteo (que siempre preguntaba a Carlito cuál era su equipo, para adherirse al mismo con un sencillo “me too”), seguían la competencia hasta en el más mínimo detalle. Al principio sus expresiones de admiración por una buena jugada, o, de reproche por una mala, eran en inglés, (“wow, what a great goal”; “what a miss”; “what a fool”, “how can he miss that”); pero a medida que avanzaba el campeonato y aprendían nuestras expresiones en español, empezaron a desarrollar su lenguaje criollo para el futbol, con expresiones como “que golazo!”, “que bestia!”, “se lo comió” (ese gol), o “arquero mantequilla” “se la pasaron por las anchetas”, etc., etc., expresiones típicamente guayaquileñas que nos oyeron decir a su tío Rafael o a mí durante los partidos. Poco a poco su inglés fue dando paso a un español muy guayaquileño, con el acento y la entonación propia de nuestro medio. Al oír hablar en español a Matteo, nadie podría suponer que su primera lengua es el inglés, que él lo usa con una propiedad y una sintaxis propia de un niño de cuarto grado.
CARLITO Y EL ABUELO REVISANDO EL CALENDARIO DEL MUNDIAL
Nuestro día se distribuía muy estrictamente tomando como eje el horario de los partidos del Mundial, así, se levantaban a las siete y media de la mañana, se bañaban y bajaban a desayunar (cada uno ordenaba a Simona el desayuno de su preferencia), después de lo cual, Mónica les bañaba y vestía para inmediatamente dirigirnos a la clase de tenis en el Guayaquil Country Club, donde su entrenador, Wimper, los esperaba para la clase de 9:30 a 10:30, para luego de un descanso de 30 minutos pasar a una pequeña sala que el club nos tenía preparada, con TV de pantalla gigante.
Mientras esperábamos el primer tiempo del partido, Panchito, el jefe de los meseros del Country nos invitaba al canguil y los chifles que Carlito comía con la deliciosa salsa de ají del club; Matteo acababa el tazón de chifles en un abrir y cerrar de ojos y pedía más. Luego venía el plato principal que era generalmente un espagueti a la boloñesa para Carlito mientras que Matteo se comía una corvina a la plancha con brócoli.
Siempre respetuosos de las reglas que su mamá les ha enseñado sobre bebidas, ellos siempre bebieron sólo agua. Terminado el primer partido, a la una de la tarde salíamos del club y nos dirigíamos a la casa, para ver el segundo partido, que comenzaba a las dos. No siempre coincidíamos en el equipo de nuestras preferencias, pero cuando terminaba el parido, y cualquiera que haya ganado, nos abrazábamos para felicitar a los hinchas del equipo ganador.
El tío Rafael construyó con los niños una relación muy especial y en esto el futbol y la Copa del Mundo eran los elementos que permitían el mayor contacto. Los niños lo buscaban siempre para discutir de futbol, de los equipos, de posibles clasificados, de ganadores o perdedores. Ellos tenían sus equipos favoritos y su tío los suyos. Casi nunca coincidían en sus preferencias y eso era el elemento que los separaba, pero que a su vez fortalecía su relación porque permitía la discusión. Era un ejemplo de que en el futbol como en la vida, los adultos, tanto como los niños pueden discrepar y seguir siendo buenos amigos. Rafael casi siempre le iba al que él llamaba el “underdog”, o al equipo con menores opciones de ganar en cada partido, casi como en una apuesta , apuntándole a la suerte más que a la lógica, mientras que los niños sabían a qué equipo le iban y porqué, sin cambiar sus preferencias por nada del mundo. El resultado de cada partido, gane quien gane, era motivo para fortalecer la relación, porque habíamos decidido que el perdedor debía siempre felicitar al ganador con un “fue un buen partido” y un fuerte abrazo al ganador.
Después del segundo partido de la ronda de clasificación, los días que no tenían clase de natación, Carlito y Matteo salían a nuestro patio trasero a jugar su propio partido de futbol con su tío Rafael, en quien encontraron un duro contendor siempre dispuesto a competir con ellos. Llegaron a tener una vibrante y estrecha relación, aprendiendo a respetarle su tiempo de trabajo pero exigiéndole su compañía cuando lo veían desocupado.
Cuando Rafael, por razones de trabajo tuvo que viajar, los primeros días de su ausencia ellos iban al cuarto de su tío a buscarle para invitarle a sus partidos de futbol, pero tristemente regresaban sin encontrarle, esperando que pronto regresara. En ausencia de su tío Rafael, eran Alfonsito o su aleuito los contendores de turno. Todos los días había futbol en la “cancha” de la casa
COMO PECES EN EL AGUA
Tres veces por semana, a las seis de la tarde Carlito y Matteo tenían clase de natación con Nicole, una linda chica amiga de la prima Gaby Muñoz, que venía desde Samborondon para esta clase, y en los días en que no tenían clase con ella, igual, los niños y yo nos metíamos a la piscina, a jugar futbol acuático y cada uno de nosotros tomaba el nombre de un famoso futbolista. En las dos últimas semanas de su estancia en Guayaquil, Matteo, a quien le gustaba hacer de arquero, se tomó el nombre de “chiquito Romero”, el gran arquero de Argentina. Nuestros partidos casi siempre terminaban empatados, con lo que el próximo partido siempre tenía la emoción del desempate. A las siete de la noche nos juntábamos a la mesa con aleuita, tío Rafael, los niños y yo, a discutir los partidos del día y hacer los pronósticos para los del día siguiente y tomar partido por un equipo en cada uno. Era además la hora para que ellos vieran un poco de TV, y su canal favorito era el 116, el canal de Disney, donde aparte de divertirse con las aventuras de Dora la Exploradora, aprendían mucho el español, nuestra bella lengua
FINALMENTE TODOS JUNTOS
Nuestra familia es muy grande, tuve muchos hermanos y por eso tengo muchos sobrinos que a su vez tienen muchos hijos y algunos de sus hijos ya tienen también sus propios hijos (lo que me hace a mí un tío bisabuelo). Juntos, hacemos una tribu de más de setenta personas distribuidas por el mundo y tenemos pocas oportunidades de juntarnos, pero cuando hay una, como la llegada de nuestras hijas Mariuxi y Angie (quien hizo un alto de cinco días a sus altas responsabilidades en Los Angeles para estar con nosotros ese día), no dejamos pasar la oportunidad y la aprovechamos para juntos celebrar la familia y la vida.
LOS TRES HERMANOS, AL FIN JUNTOS
Hacía más de diez años (desde el matrimonio de Mariuxi en 2004), los cinco miembros de nuestra familia, mi mujer, Mariuxi, Rafael, Angie y yo no habíamos podido estar juntos. Esta vez, se hizo el milagro porque las grandes ausentes, Mariuxi y Angie estaban con nosotros. BINGO! Esta es la oportunidad entonces. Hasta con señales de humo llamamos a la tribu y esta respondió. Cierto es que la tribu no estuvo completa, pero el 18 de junio en mi casa faltaron muy pocos por razones muy entendibles; algunos por estar muy lejos en alguna parte del mundo y otros por razones de trabajo o de salud, pero tuvimos un amplio quorum y unánimemente la tribu votó por divertirnos y pasarla bien. Por razones de experiencia (no de edad, por si acaso), yo era el jefe de la tribu, e hice un brindis por nuestros antepasados, por toda nuestra extensa familia, por nuestros hijos, por nuestros nietos, y por la VIDA!. La pasamos muy lindo, pertenecemos a una tribu maravillosa y la permanencia de la familia y de nuestra sangre está ampliamente asegurada.
EL TIO FAYEL Y SUS DOS SOBRINOS
Y SIGUE LA COPA DEL MUNDO
Excepto por su invariable apoyo a Brasil, aun después de su trágico 1-7 frente a Alemania, el amargamente imborrable 8 de julio, Carlito y Matteo siempre estaban del lado de los equipos europeos, no obstante que nosotros, los adultos, siempre les íbamos a los equipos de América Latina. Cuando le preguntábamos a Carlito porqué su apoyo a los europeos, aun sabiendo que su mamá y nosotros le íbamos a los equipos latinos, su invariable respuesta era; “por mi papá”
Carlito escogió que dormiría conmigo en la cama King size, tres cuartos de la cual él ocupaba, revoloteándose en ella toda la noche mientras que yo me acomodaba en lo que quedaba de mi normalmente amplia cama. Muy frecuentemente antes de dormirse, nos abrazábamos fuertemente dándonos palmaditas en la espalda (un “abrazo de compadritos”) para desearnos una buena noche y él me daba un beso, que yo devolvía con muchos más.
Fue en una de esas noches, pocos días antes de irse, cuando él sabía que su viaje de regreso estaba cerca, cuando me abrazó fuertemente antes de acostarse, y mientras me daba mi abrazo de compadrito me dijo al oído en su español incipiente; “tu es mi mejor amigo del mundo”, bellas palabras que nunca olvidaré y que se las recordé cuando con otro abrazo de compadrito nos despedimos en el terminal aéreo, poco antes de que pasaran al área de inmigración y luego a la sala de espera antes de abordar el avión que los llevaba de regreso a sus padres que los esperaban en Paris.
Mariuxi nos pidió que por las noches leyéramos historias infantiles con Carlito que está aprendiendo a leer, y así lo hicimos. Luego de la lectura hacíamos una sesión de comprensión en la que Carlito era sobresaliente.
Confieso que no fuimos muy estrictos con el horario de dormir ( es imposible ser estrictos con los nietos, no es así abuelitos?), les permitíamos ver TV o jugar con sus “tabletas” o la mía, hasta que mostraban síntomas de tener sueño, lo cual ocurría alrededor de las diez de la noche. Yo me levantaba algunos días a nadar a las siete de la mañana y Carlito se quedaba en la cama durmiendo. Poco después aparecía Carlito en la piscina y se lanzaba con un salto al agua y entonces empezábamos a jugar hasta las ocho, hora de desayunar y prepararse para la clase de tenis.
El Mundial transcurría con muchas emociones y con muchos goles, pero sin grandes sorpresas excepto las iniciales, como la goleada de Holanda a España (5-1) o el avance incontenible de una desconocida Costa Rica sobreponiéndose a tres ex campeones mundiales (Italia, Inglaterra y Uruguay). El partido de Italia con Uruguay fue especialmente importante para Carlito, que como buen fanático del Manchester United, y por tanto enemigo del Liverpool, donde jugaba Suarez, bautizó a éste como “doggie Suarez” (perrito Suarez), después del mordiscón que este le dio al jugador italiano en los octavos de final, que Carlito llamaba “the round of sixteen”, porque no entendía el término “octavos de final”.
En el capitulo III, que publicaré en pocos días, describo el proceso de enseñanza y aprendizaje de nuestro idioma a mis nietos, no se lo pierdan...
Monday, August 18, 2014
HISTORIA DE UNA VISITA IMPORTANTE
“Esto es lo mejor que me ha pasado en mi vida”
“This is the best thing that has ever happened in my life”
Matteo Tachdjian (4), Guayaquil, Junio 26, 2014
PROLOGO
Esas palabras, dichas en voz alta y con su contagiosa y pícara sonrisa por mi nieto Matteo, de cuatro años de edad, el día que por primera vez se metió con su hermano Carlito en el Jacuzzi de nuestro dormitorio, resumen a perfección la experiencia que acabo de pasar, teniendo a nuestros nietos de visita en Guayaquil.
Mil Gracias a Carl y Mariuxi, los padres de mis nietos, por las maravillosas semanas que hemos pasado junto a Carlito y Matteo, disfrutando de sus alegrías, de sus sonrisas, de sus juegos, de su compañía y aprendiendo tanto de ellos, de su innata sabiduría e inteligencia, a la par que haciéndoles conocer nuestro país, nuestra ciudad, nuestro idioma y nuestras costumbres.
Se fueron con su “aleuita” Fanny de regreso a Paris, pero me han dejado su recuerdo, y en él me regocijo y vuelvo mentalmente a vivir su presencia, y por eso escribo estas líneas, para contar a mi familia y a mis amigos lo muy felices que hemos sido con ellos, porque, parafraseando a mi nieto Matteo, “esto es lo mejor que me ha pasado en mi vida”.
Al despedirme de mis nietos en el aeropuerto, sentí un enorme nudo en mi garganta, sobre todo cuando primero Carlito y luego los dos me abrazaban tiernamente sabiendo que se iban y que yo me quedaba. A Carlito le dije en el oído que recuerde que yo soy “su mejor amigo del mundo”, el título honorífico más importante que he recibido en mi vida, y que él mismo me lo dio una noche mientras me abrazaba tiernamente antes de acostarse
Me temía que mi casa vacía y silenciosa iba a hacerme llorar por la ausencia de mis nietos, en realidad no ha tenido ese efecto, por lo menos no hasta ahora, porque pienso continuar disfrutando de los recuerdos de su visita, y por eso escribo estas líneas.
CAPITULO I
LA LLEGADA A GUAYAQUIL
Junio 12 2014
Son las siete de la noche y vamos al Aeropuerto Internacional José Joaquín de Olmedo a recibir a Mariuxi y sus hijitos, nuestros nietos que llegan en el vuelo 927 de American Airlines desde Paris, vía Miami, en un largo viaje de 18 horas. Ellos vienen desde Riad, la capital de Arabia Saudita donde viven con sus padres, que son ejecutivos de empresas multinacionales desde septiembre del 2013. Los niños han estado viajando por tres días consecutivos, haciendo escalas en Beirut, Líbano, Paris, Francia y Miami, antes de tocar tierra en Ecuador.
Carl, el padre de los niños es un brillante y joven profesional libanés de ascendencia armenia a quien mi hija Mariuxi, ecuatoriana por nacimiento, conoció en la Universidad, cuando ambos hacían sus estudios de pos grado en la Thunderbird School of Global Management, en Phoenix, Arizona, donde se graduaron en el año 2002. Sus hijos, nuestros nietos, por tanto, desde muy pequeños están destinados a asimilar, través de sus padres, y de nosotros, sus abuelos paternos y maternos, las culturas ancestrales de la sangre que corre por sus venas. He allí la importancia que para nosotros, tanto como para sus padres, tiene la visita de nuestros nietos a Ecuador. Esta es la oportunidad que tenemos sus abuelos maternos, para transmitir a estos niños que vienen de un mundo tan diferente, nuestra cultura, nuestra música, nuestros orígenes, nuestros valles, nuestras montañas, nuestros ríos, y, por supuesto, nuestro idioma. Fanny y yo estamos plenamente conscientes de la importancia que para los niños, para sus padres y para nosotros tiene la llegada de nuestros nietos a nuestra patria y a nuestro hogar.
La espera parece interminable, el avión había llegado a la terminal aérea de Guayaquil a las siete y media de la noche, pero ya eran casi las nueve y ellos no salían al área de pasajeros especiales en que los estábamos esperando.
Sentía una mezcla de angustia por la demora y felicidad porque ya estaban muy cerca y podría abrazarles, besarles y sentirles junto a mí. Caminaba de un lado al otro dentro de la sala de espera, inquieto me paseaba mirando hacia la puerta de acceso de los pasajeros, esperando que se abriera para dejar pasar a nuestra hija y a nuestros nietos. Soy un abuelo chocho, sin la menor duda, y no tengo ningún problema en confesarlo, es más, me siento orgulloso y feliz por serlo y por admitirlo. Podría decirlo a voz en cuello para que lo sepa todo el mundo.
COMIENZA LA FIESTA
Doce meses han pasado desde la última vez que los vi partir con su abuela rumbo a Dubai, y eso es un tiempo muy largo para mí (y para ellos una buena parte de sus vidas), y mi temor era que al llegar no me reconocieran, especialmente Matteo el más pequeño de los dos. Mi ansiedad y mis temores se acabaron súbitamente pocos minutos después, para transformarse en una explosión de felicidad, cuando Mariuxi, con su barriguita ya mostrando que espera a su tercer bebé (una niña que se llamará Luna María), con sus dos hijitos agarrados de su mano, aparecieron en la puerta de acceso al área donde los esperábamos y los tres al unísono mostraron sus amplias sonrisas de felicidad y me abrazaron y abrazaron a su “aleuita” Fanny.
Los tres viajeros estaban muy cansados por el largo viaje, pero vibraban de emoción por haber llegado y esa emoción la trasladaban a sus sonrientes rostros y a sus inquietos brazos y, por supuesto a nosotros, sus abuelos que los esperábamos con ansiedad. Alehuiiiiito!, gritaron casi al unísono Carlito y Matteo cuando me vieron parado junto a la puerta de acceso con mis brazos tan abiertos como era posible para abrazar a los tres viajeros al mismo tiempo. A partir de ese momento empecé a vivir mi propia versión de lo que Matteo, con su innata y chispeante inteligencia llamó después “lo mejor que me ha pasado en mi vida”.
Así comenzó lo que yo tanto había estado esperado, la “fiesta ecuatoriana” para mis nietos. Esas vacaciones que son casi el único espacio de tiempo y de contacto entre abuelos viviendo en Ecuador y nuestro nietos, viviendo con sus padres muy lejos de nosotros, tan lejos que físicamente sólo los podemos ver una vez por año, cuando ellos están de vacaciones. Es el espacio de tiempo que tanto esperamos los abuelos, para fortalecer el poderoso vínculo de la sangre y de los genes que nos unen y permitirles encontrar y disfrutar de lo mejor de sus raices maternas. Es el espacio de tiempo que necesitamos para establecer los vínculos que nos permitirán vivir nuestras vidas, separados por la distancia pero unidos por nuestro profundo e indisoluble amor de abuelos a nietos y de nietos a abuelos.
Contrario a mis temores por el tiempo transcurrido desde la última vez que nos vimos, tanto Matteo como, con mayor razón, Carlito, entraron a la “fiesta” de sus vacaciones con la misma emoción que yo. Reconocieron nuestra casa como si fuese ayer cuando se fueron. Se sintieron como “patitos en el agua“ y yo, como niño con juguete nuevo, dispuesto a darles todo el tiempo que necesiten para que sus vacaciones ecuatorianas sean tan llenas de emoción y las recuerden tanto, que en los próximos años puedan pedir a sus padres volver siempre al Ecuador a visitar a sus abuelitos y pasar sus vacaciones.
Muy temprano al día siguiente de su llegada hicieron un “reconocimiento del terreno”. Volvieron a ver y les encantó nuestro patio trasero, lleno de flores, que como esperándolos, aparecían por todas partes, caminaron en el verde y mullido césped donde el año pasado tuvimos repetidos y emocionantes partidos de futbol, reconocieron la pelotita de futbol ya medio desinflada con la que jugamos nuestros “clásicos” en el 2013, encontraron también la nueva pelota de futbol que su tío Rafael les había comprado, con el diseño de las pelotas con que se jugaría el campeonato mundial en Brasil, y se emocionaron aún más (adoran el futbol); miraron la piscina en forma de riñón con su contorno de rocas y rodeada de maceteros con flores de múltiples colores, y recordaron que allí también tuvieron momentos muy gratos el año anterior; salieron al frente de la casa y encontraron el aro de basquetbol que usamos el año pasado para nuestros grandes partidos.
Reconocieron y saludaron a Simona, Mónica y Alfonsito, nuestros empleados cómplices y encubridores de sus travesuras. Estaban ya listos para comenzar sus “vacaciones ecuatorianas”. Lo primero que hicimos esa mañana después del desayuno fue jugar un partido de basquetbol. Carlito es un especial encestador, y por tanto, me ganó el partido que habíamos pactado a veinte puntos. Matteo hacía de árbitro y su neutralidad se mantenía sólo hasta cuando Carlito reclamaba una falta (que a veces no existía) y que el “árbitro” sin dudar, se la concedía. A mí me amenazó un par de veces con una “yellow card” (tarjeta amarilla) for faltas que en su opinión yo había cometido.
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