Este blog es el vehiculo para contar mis recuerdos a mis hijos, a mis nietos, a mis familiares y mis amigos, para que ellos puedan unirse a mi mientras repito el viaje que por setenta años hice en la "montaña rusa" pasando por los valles profundos de la mas grande probreza, hasta las alturas de la realización personal, pasando por por las suaves praderas de la felicidad de tener una familia maravillosa, unos nietos adorables y amigos entrañables. Bienvenidos a este viaje
Sunday, March 10, 2013
LOS ABUELOS A CARGO DE LOS NIETOS
Domingo 3 de febrero 2013:
Anoche nos acostamos a las diez y Fanny me pide que le ponga el despertador a las cinco y cuarenta y cinco de la mañana porque hay que preparar a los niños para su primer dia de clase de la semana (en Dubai el domingo es un dia de normal actividad, pues el fin de semana comienza el viernes y termina el sábado). Me levanto a las seis pero ya encuentro a Mariuxi y Fanny adelantadas en su tarea. Mariuxi ha vestido a Carlito y esta vestida para irse al aeropuerto pues tiene un viaje de ocho horas hasta Marruecos. Su vuelo sale a las 10 de la mañana y tiene que estar en el aeropuerto a las ocho, pero quiere acompañar a Carlito hasta que tome el bus escolar que lo llevara a la escuela a las siete en punto de la mañana
Es una mañana fresca, varios niños abordan su bus escolar en el mismo sitio donde nosotros esperamos el de Carlito, con vista al edificio más grande del mundo, el Burj Khalifa, que Matteo ha rebautizado como Burj Matteo. Mariuxi, que nos ha acompañado, levanta a Carlito en sus brazos y lo besa muchas veces y se despide de nosotros con la ternura de una madre que va a extrañar a su hijo; con sus ojos brillándole, como a punto de llorar por la pena de dejar a su hijito, pero ella da la vuelta y se va antes de que Carlito lo note; la quedamos mirando y ella camina unos veinte pasos y desde allí se despide de nosotros con su mano abierta. Son las siete en punto, puntual como reloj suizo, el bus recoge al niño, que se despide de mi con un beso y un abrazo mientras me dice “bye aleuito”.
Me he quedado solo, parado en el mismo sitio y por un instante me pongo a meditar; entre otras cosas sobre lo bello que es sentirse abuelo cuando los nietos estan cerca; sobre lo mucho que me han hecho falta sus caritas alegres, sus vocecitas, su alegría y sobre la distancia que me separaba de ellos hace solo cuarenta y ocho horas, y sobre lo mucho que voy a disfrutar de su compañía en las tres semanas que voy a estar cerca. Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando pienso en lo lindo que voy a pasar en Dubai las próximas tres semanas.
Regreso inmediatamente al departamento, porque recuerdo que no queda mucho tiempo para atender a Matteo, el más pequeñito de los dos nietos, el más expresivo, el que habla hasta por los codos, el de la carita de pillo, pero también el más cariñoso, el más alegre y el más difícil para alimentar; el que termina comiendo, pero dando guerra sin cuartel. Su bus lo debe recoger a las siete y cuarenta y cinco y hay que vestirle. La abuelita lo tiene sentado en la mesa, esta bregando con el pilluelo para que desayune, esquiva la boca, discute sobre la comida, pide algo diferente y cuando le traen, tampoco lo come. Solo está quemando tiempo para no comer, se las sabe todas. Es una batalla sin cuartel, pero la abuelita, que hace mucho tiempo peleo ya estas batallas y en ellas aprendió las tácticas y las técnicas para vencer, finalmente gana esta también y Matteo está listo para que el abuelito le termine de vestir y le ponga los zapatos.
La mochila acarreable de Matteo, es casi tan alta como él, está ya lista, con todos los implementos escolares que debe llevar, incluyendo su cajita plástica con el lunch. Son las siete y cuarenta, le pongo una chompita abrigada para protegerle del frio y bajamos a esperar el bus que debe llegar a las siete y cuarenta y cinco. Matteo corre por el corredor que conduce al ascensor y lo llama, cuando este se abre, marca inmediatamente el piso bajo y al llegar abajo intenta abrir la puerta, pero no alcanza a hacerlo porque el seguro está muy alto para su alcance, entonces me pide que lo alce, porque el quiere abrir la puerta, y así lo hago. Llevo la cámara fotográfica conmigo porque quiero tomarle fotos antes, durante y después de que tome su bus.
Nos paramos a esperar el bus, y, mientras viene y le pregunto el nombre del edificio altísimo que esta a nuestra vista y a solo unas tres cuadras detrás de unas palmeras que estan junto a nosotros. “Burj Matteo” (edificio Matteo), me dice y sonríe con picardía, sabiendo que le está cambiando el nombre al edificio más grande del mundo, por el suyo. Le tomo varias fotos con ese edificio al fondo, y no tiene ningún inconveniente en posar como un artista consumado.
Llega el bus del colegio y como si fuera un adulto saluda a quienes vienen en él, “good morning” dice al abordar el bus después de darme un beso en la mejilla y se dirige a su asiento. Se despide agitando sus manitos “bye abuelito”, me dice y la encargada del bus cierra la puerta. Matteo se va, pero desde adentro sigue agitando sus manitos. Me dan ganas de seguir al bus para esconderme en un rincón donde el no me vea y poder ver lo que hace cuando se junta en su clase con el resto de sus compañeritos. Me siento tan feliz que no hay palabras para describirlo!
Regreso al departamento y la abuelita Fanny me espera con el desayuno. Carl, el papá de los niños, se ha ido al gimnasio y regresa a las ocho y cuarto para desayunar y prepararse para viajar. Su vuelo sale a las diez y media para Riyadh, la capital de Arabia Saudita donde en junio irá como Gerente General de su compañía. Fanny y yo nos quedaremos como dueños de casa, con los dos nietos solo para nosotros, para disfrutarlos sin la “interferencia” de sus padres. Esto está saliendo mejor de lo que me imaginaba. Mariuxi regresará el jueves en la noche y Carl el miércoles también, muy tarde en la noche y no lo veremos sino hasta el siguiente dia.
Debo esperar hasta la una y veinte de la tarde para acompañar al chofer que recoge a los niños en sus colegios y aprovecho, después del desayuno, para dormir una hora y media y seguir el proceso de recuperarme del jet lag producido por el largo viaje para llegar a Dubai. Son nueve las horas de diferencia entre Orlando y esta Ciudad-Estado de 2 millones cien mil habitantes que esta frente al Océano Indico, en la entrada del Golfo Pérsico y a solo una hora y media de vuelo de Bagdad; muy cerca de otras capitales árabes. Dubai se ha convertido en los últimos diez años en la ciudad más moderna y bella del Medio Oriente y el eje económico del mundo árabe.
Salimos con Fanny a la una y veinticinco, acompañándole al chofer contratado para traer a los niños de sus colegios. Llevamos puesto en el cuello un collar que nos identifica como familiares de los niños, sin el cual no podemos ni siquiera entrar al inmenso y moderno Colegio Americano de Dubai, donde nuestro nieto estudia en el kínder. Sigo a Fanny hasta la clase de Carlito quien esta esperándonos para salir. Nos saluda brevemente y nos lleva a los columpios donde nos pide que le ayudemos a columpiarse por unos diez minutos, concluidos los cuales sale tranquilo hasta donde nos espera el vehículo.
IFty Khar es el nombre del conductor, a quien ya conocimos a la venida. Es un ciudadano de Pakistán, que habla bastante buen inglés con acento árabe. Carlito lo saluda muy educadamente y le pregunta como esta hoy, IFty le contesta que bien y a su vez le pregunta cómo fue su dia en la escuela. “bastante bien”, le contesta e inmediatamente, mientras avanzamos hacia la escuela de Matteo que queda a quince minutos yendo por una autopista, Carlito comienza a preguntarle sobre su último juego de cricket y sin esperar la contestación de IFty, sigue preguntándole si al ganar su próximo partido pasarán a la semifinal del campeonato en que participa, y si espera ganar esa semifinal para quedar campeones.
IFty, medio abrumado por el cuestionario, contesta que en su liga son muchos los equipos que participan y que hay algunos muy buenos y otros regulares, pero que espera que su equipo pueda calificar para la siguiente etapa. Carlito le dice que desea que avance lo máximo posible en el torneo y le agrega que no se olvide de mantenerle al tanto. “así lo haré, Carlito” le dice IFty mientras dibuja una sonrisa de simpatía y agradecimiento. Muy adentro en su alma, IFty debe estar pensando en su hijito de cinco anios que ha dejado en Pakistan,a quien le fascina el cricket y con quien me cuenta que habla por teléfono todos los días. “Carlito, te gusta el criquet”, pregunta IFty y mi nieto le constaste que sí, que le gustaría poder jugarlo.
A las dos y quince llegamos a la escuelita de Matteo, un pre-kínder al que asiste desde septiembre del 2012 y al que Carlito había asistido los dos años anteriores. Cuando entramos, todo el mundo saluda a Carlito por su nombre y el sonríe y saluda con la mano. Vamos a la clase de Matteo y allí lo encontramos, en medio de una clase de aproximadamente doce niñitos de su edad. Matteo nos ve y sale corriendo hacia nosotros arrastrando su mochila. IFty nos espera afuera del colegio y cuando llegamos, cuidadosamente coloca a Matteo en su asiento especial para infantes mientras le pregunta cómo fue su dia de clase; “bien" le contesta y comienza a conversar con su hermano sobre temas deportivos.
A las tres de la tarde estamos de regreso en la casa y la abuela, que les conoce la rutina, deja que Carlito prenda la TV. Está muy preocupado por los resultados del futbol inglés, del tenis, del beisbol y del basquetbol. Cambia de canales con un conocimiento pleno de donde encontrar la información que le interesa. Luego de una media hora de ponerse al tanto de los asuntos de deporte internacional, Carlito se cambia de ropa, se pone la pantaloneta y la camiseta del Manchester United con el número 10 de Rooney y me pide que le acompañe a la cancha a jugar futbol con él.
Jugamos una media hora y, después de ganarme nuevamente (ahora el score es 7-6), decide cambiar de deporte. Ahora quiere jugar basquetbol. En su terraza hay la canasta para hacerlo y comienza el partido, con una destreza increíble emboca una y otra vez desde una distancia de más de cuatro metros, a poco rato me lleva una ventaja enorme porque mis bolas no entran al cesto, entonces decide darme una clase de cómo lanzar la bola para poder encestar. La clase da muy buen resultado y entonces comienzo a descontar la ventaja. “Estas jugando mucho mejor aleuito”, me dice y se preocupa que me estoy acercando mucho a su score; entonces decide (cuando el tenía cuarenta y seis puntos y yo cuarenta, que el que llegue primero a cincuenta puntos será el ganador; su intuicion le dice que hay que acortar el partido para no poner en riesgo la victoria.
El termina ganando 50-46. Ganeeeé, ganeeeé, grita eufórico al encestar para llegar a 50, mientras da la vuelta a la cancha alzando las manos en señal de victoria. Le doy la mano, le abrazo y le felicito por su victoria mientras le digo “no te puedo ganar Carlito, eres demasiado bueno para mí” y mi nieto efusivamente me devuelve el abrazo. Estoy en la gloria…
Mientras tanto, Matteo se ha quedado en la sala viendo dibujos animados, pero, de pronto aparece en la terraza y quiere jugar también. Nuevamente jugamos futbol, pero esta vez Matteo es mi compañero de equipo y jugamos los dos contra Carlito. Yo me quedo atrás, cuidando el pórtico y como defensa, mientras Matteo es el encargado de driblar en intentar los goles. Partido peleado, con reglas de juego que cambian a cada rato de acuerdo al criterio de Carlito quien se inventa fauls, tiros de esquina y penales.
Luego Carlito y Matteo juegan un partido de tennis. Matteo es un espectaculo, se para a recibir el saque del hermano, con la pose de un campeon de Wimbledon. Matteo discute, vuelve a hablar con el invisible árbitro pero no hay caso, aquí las reglas las pone Carlito, le guste a quien le guste y pésele a quien le pese.
Volvemos a jugar Futbol, Matteo y yo de un lado y Carlito del otro. Vamos perdiendo el partido 6-5, pero entonces Matteo decide cambiarse de equipo. Me quedo sólo contra dos estrellas del futbol, y termino perdiendo 10-8. Son las cinco de la tarde y la abuelita nos llama a la cena. Pese al lindo clima y la temperatura de 22 grados, estoy totalmente sudado, he jugado dos partidos de futbol y uno de básquet, perdí los tres, pero estoy ganando dos amigos para toda la vida, mis nietos…
Antes de cenar, Matteo, el relajoso, arma un juego en el que participan su abuelo, él y su hermano. Se revuelcan sobre mí, se suben y se bajan, hacen del abuelo su juguete del dia y este responde con todo el amor que ha tenido guardado durante todo un año. Es maravilloso todo esto y me elevo a alturas insospechadas de felicidad. Ya había olvidado lo lindo que es jugar con los niños, no en vano mi hija más joven ya tiene 32 anios
Cenamos a las cinco y media de la tarde y después de un ratito de TV para que Carlito se ponga al dia de los torneos internacionales, bañamos a los niños y los preparamos para el siguiente dia de clases. A las siete de la noche es tiempo de acostarles. Debo contarles cuentos para que se duerman, les digo que les voy a contar el cuento de Caperucita Roja y los dos, en coro, me dicen que ya se lo saben, entonces les digo que les contaré el cuento de Hansel y Grettel, y me dicen que también se lo saben, mi memoria no me ayuda mucho, han pasado más de treinta anios desde que estuve en este negocio de contar cuentos a los niños, pero se me ocurre sugerirles el cuentito de Juanito y La Habichuela Mágica, y entonces los dos me aceptan escucharla. Comienzo a contarles y mi cansancio es tan grande que empiezo a dormirme mientras balbuceo algunas palabras, entonces escucho a Matteo que con su vocecita gruesa me dice “abuelito, te estás durmiendo, despierta y sigue contándonos el cuento”, entonces sigo contándoles y de pronto nos hemos quedado dormidos los tres, a eso de las siete y quince los soldaditos estan profundamente dormidos.
Silencio en la casa…mañana comienza un nuevo dia y debo estar preparado para disfrutarlo tanto o más que hoy.
En mi próximo capítulo: QUIERO QUE ME DEVUELVAN MI DIENTE…
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